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El creyente y la revelación

Produktform: Buch / Einband - flex.(Paperback)

Revelación es la esencia del cristianismo. Cuando muchos oyen o leen la palabra apocalipsis a menudo piensan en escenarios de horror, grandes catástrofes naturales o el fin del mundo. La palabra es griega y significa, sencillamente, quitar la cubierta de algo que no se ve directamente o bien quitar un velo1. Si, por ejemplo, pongo una tela encima de un anillo de oro, este anillo no se puede ver hasta que se remueva la tela. Revelar es quitar lo que impide la vista. En diversas ocasiones en las que prediqué acerca de este tema, puse un billete debajo de mi sombrero antes de empezar el sermón, fuera de la vista de los asistentes. Luego, en un momento determinado, le pedía a alguien de la congregación que revelara lo que estaba escondido. Era interesante observar la reacción de los hermanos al ver el billete. Algunos lo tomaban sin vacilar ni un segundo; otros se quedaban mirándolo; y aun otros me miraban como preguntándome: «¿Y qué hago ahora?». Al final, por supuesto, todos se quedaban con el dinero. Lo que muestra esta pequeña ilustración es algo que puede aplicarse a lo que Dios puede y quiere revelarnos. En primer lugar, una revelación siempre será algo que no nos hemos ganado, sino que Dios nos da por gracia, o sea, un favor inmerecido. En segundo lugar, la revelación solo nos beneficia si la manejamos correctamente. Los hermanos mencionados hubieran podido rechazar la bendición dejando el billete donde estaba. Las revelaciones se pueden ver o reconocer, pero no nos aprovechan si no las «tomamos en las manos». Otro posible mal uso de una revelación sería tomarla pero luego no emplearla en nuestras vidas. Si algún hermano tomó el billete pero nunca lo usó para comprar o pagar algo, o ponerlo aunque sea en el banco, este dinero no le dará ningún beneficio. Igual puede suceder con las revelaciones que Dios nos da. La Biblia presenta a Dios claramente como una persona que quiere revelarse a los seres humanos con el deseo de tener una relación personal con ellos. Los misterios y secretos de Dios son preciosidades escondidas, invisibles hasta que Dios quite el velo de los ojos2. Dios es por naturaleza sobrenatural e invisible3, y vive en una dimensión la cual no se puede percibir desde la dimensión natural y humana. La única manera en la que el ser humano puede darse cuenta de la realidad y de la existencia de Dios es cuando Dios decide revelárselo. El gran interés que Dios tiene en la humanidad se muestra en el hecho de que decidió crearla a su semejanza e imagen. Estudiando el primer capítulo de Génesis, uno puede darse cuenta de que se establece la ley de que cada tipo de animal o planta se reproduzca según su especie. Por esto, los perros se reproducen como perros y no como gatos. Cuando al final del capítulo uno Dios decide reproducirse («Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza»), aparece el ser humano. En cierta manera, todo el universo físico, incluyendo la vida, es una materialización de los pensamientos y, por qué no decirlo, los sueños de Dios. Estos incluían su plan de dar libre albedrío a los seres humanos con tal de tener una contraparte con quien relacionarse. Antes de que Adán y Eva pecaran, esta relación parece haber funcionado por un tiempo. Después de la caída, los seres humanos sufrieron una degeneración múltiple, siendo una de las consecuencias la imposibilidad de acercarse a Dios como antes había sido posible. Sin embargo, Dios dejó varias maneras para que los hombres sepan que él existe, cuáles son algunos de sus atributos y qué planes tiene para con la humanidad. Quiero distinguir entre revelaciones universales, históricas e individuales.weiterlesen

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Sprache(n): Spanisch

ISBN: 978-3-949669-11-8 / 978-3949669118 / 9783949669118

Verlag: Ewen, Hans-Claus

Erscheinungsdatum: 06.09.2023

Seiten: 100

Auflage: 1

Autor(en): Hans-Claus Ewen

7,50 € inkl. MwSt.
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