La Fe Relevante
Produktform: Buch / Einband - flex.(Paperback)
Cuando vivía en Guatemala, uno de los coritos que a menudo cantábamos en nuestra iglesia era este mismo texto del evangelio de Juan. Se encuentra en el contexto de la historia de la muerte y la resurrección de un amigo de Jesús, Lázaro. Durante muchos años pensé que el énfasis del versículo estaba en la fe, ya que parece establecer una relación directa entre la fe y la capacidad de ver o experimentar la gloria de Dios. Más tarde, cuando comencé a impartir cursos de interpretación de la Biblia, descubrí que había pasado por alto el punto esencial.
Ver la gloria de Dios
En esta historia, el término «gloria» se asocia evidentemente con la resurrección de Lázaro de entre los muertos después de cuatro días en una tumba. La gloria2 puede referirse a diferentes eventos o situaciones en las Escrituras. En su sentido más elevado, la palabra describe el cielo y el trono de Dios con Jesús a su diestra. La gloria aquí describe el esplendor, la perfección, la belleza perfecta, el poder, la autoridad y la santidad de Dios y su morada. Jesús anuncia su segunda venida varias veces de la siguiente manera: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mateo 24:30). Lo que tienen en común la mayoría de las menciones de esta palabra en relación con Dios y Jesús es que la gloria de Dios puede ser visible o perceptible objetivamente. La gloria de Dios tiene que ver con su presencia y, por lo general, esta presencia tiene su efecto sobre las personas que se encuentran cerca de ella. El Nuevo Testamento usa la palabra «gloria», por ejemplo, para describir milagros de Jesús. Como ya se vio, la resurrección de Lázaro fue una manifestación de la gloria. El primer milagro del Señor, la transformación del agua en vino, se explica de la siguiente manera: «Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él» (Juan 2:11).
Como creyentes, debemos y podemos esperar tales efectos de la gloria manifiesta de Dios y deberíamos orar como los primeros cristianos: «Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con toda valentía hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús» (Hechos 4:29-30). Según las Escrituras, esta expectativa legítima ha sido depositada dentro de nosotros: «… el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria» (Colosenses 1:26-27). Muchos entienden este versículo solo en relación con la gloria futura que se manifestará en la venida de Jesús y su reino eterno. Sin embargo, me atrevo a decir que el hecho de que Cristo por su Espíritu esté «en nosotros» ahora y hoy nos da derecho a esperar señales y prodigios en nuestra vida presente. Otro pasaje bíblico también sugiere que podemos esperar y experimentar manifestaciones de la gloria de Dios en cualquier momento. En 1 Corintios 2:9-16 leemos: «Antes bien, como está escrito: “Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman”» (versículo 9). Nuevamente, el pasaje a menudo se interpreta en términos de gloria futura. Sin embargo, si lo examinamos más de cerca, encontramos que Pablo habla de cosas que debemos esperar aquí, ahora y hoy: «Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido» (versículo 12). No se trata de cosas que nos serán dadas, sino que ya nos han sido dadas, es decir, para la vida presente. La gloria de la que estamos hablando no es una futura, sino una realidad presente que según las Escrituras está «dentro de nosotros». Pablo enseña esto indirectamente en su oración en Efesios 1:18-19: «… que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa». Dios ha puesto una herencia en nosotros que tiene potencial de gloria. En lo que sigue utilizo el término «gloria» con el siguiente significado: la manifestación o efecto concreto, física, mental o espiritualmente perceptible, de la presencia de Dios en una situación específica.weiterlesen
Dieser Artikel gehört zu den folgenden Serien
7,00 € inkl. MwSt.
kostenloser Versand
lieferbar - Lieferzeit 10-15 Werktage
zurück